AL SERVICIO DEL IMPERIO
AL SERVICIO DEL IMPERIO
Pedro Santamaría
Corre el Año 65 d.C. Dos jóvenes íberos deciden alistarse en una nueva unidad del ejército imperial compuesta exclusivamente por cántabros: la Cohors II Cantabrorum. Nunca han salido de su aldea y tienen un gran sueño: aprender todeo de Roma para poderla derrotar en el futuro. Pero en seguida descubren que, al contrario de lo que creen, Roma no se encuentra a un par de semanas de camino, ni es una aldea algo más grande que la suya. El imperio que gobierna Nerón es inmenso, mucho más de lo que hubieran podido imaginar los jóvenes soldados, que no son conscientes que, al alistarse, entregarán 25 años de su vida al servicio del emperador.
La Cohors II Cantabrorum será destinada a la otra esquina del Imperio, a la levantisca procuraduría de Judea, donde la presión fiscal, los abusos de la administración romana y las aspiraciones mesiánicas de los judíos amenazan con desestabilizar la zona. Los jóvenes cántabros se verán envueltos en una auténtica revolución, en una tierra que no comprenden y en la que tendrán que ejercer de brazo ejecutor de un imperio al que odian y deberán enfrentarse a un pueblo que lucha por su libertad tal y como lo hicieron sus abuelos.
La revuelta judía constituirá un terremoto histórico de primera magnitud del que aún, a día de hoy, se sienten las réplicas. La guerra, sangrienta y apocalíptica, contribuirá al final de la dinastía Julio-Claudia y al nacimiento de la dinastía Flavia. Más aún, de las cenizas del Templo de Jerusalén nacerán dos religiones hasta entonces embrionarias y que aún perviven en la actualidad: el judaísmo rabínico y el cristianismo.
Pedro Santamaría
Corre el Año 65 d.C. Dos jóvenes íberos deciden alistarse en una nueva unidad del ejército imperial compuesta exclusivamente por cántabros: la Cohors II Cantabrorum. Nunca han salido de su aldea y tienen un gran sueño: aprender todeo de Roma para poderla derrotar en el futuro. Pero en seguida descubren que, al contrario de lo que creen, Roma no se encuentra a un par de semanas de camino, ni es una aldea algo más grande que la suya. El imperio que gobierna Nerón es inmenso, mucho más de lo que hubieran podido imaginar los jóvenes soldados, que no son conscientes que, al alistarse, entregarán 25 años de su vida al servicio del emperador.
La Cohors II Cantabrorum será destinada a la otra esquina del Imperio, a la levantisca procuraduría de Judea, donde la presión fiscal, los abusos de la administración romana y las aspiraciones mesiánicas de los judíos amenazan con desestabilizar la zona. Los jóvenes cántabros se verán envueltos en una auténtica revolución, en una tierra que no comprenden y en la que tendrán que ejercer de brazo ejecutor de un imperio al que odian y deberán enfrentarse a un pueblo que lucha por su libertad tal y como lo hicieron sus abuelos.
La revuelta judía constituirá un terremoto histórico de primera magnitud del que aún, a día de hoy, se sienten las réplicas. La guerra, sangrienta y apocalíptica, contribuirá al final de la dinastía Julio-Claudia y al nacimiento de la dinastía Flavia. Más aún, de las cenizas del Templo de Jerusalén nacerán dos religiones hasta entonces embrionarias y que aún perviven en la actualidad: el judaísmo rabínico y el cristianismo.
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