LA CIUDAD DEL FUEGO
LA CIUDAD DE FUEGO
Kate Mosse
Francia, 1562. Mientras las guerras de religión empiezan a tomar forma, una valiente joven católica y un apasionado hugonote se encuentrasn en posesión de una reliquia de valor incalculable y emprenderen una búsqueda para descubrir un secreto escondido en el misterioso castillo de Puivert.
Carcasona. Minou Joubert, de 19 años, recibe una carta anónima en la librería de su padre. Sellada con un emblema de una poderosa saga, contiene sólo cinco palabras: Ella sabe que estás viva.
Pero antes de que Minou pueda descifrar el mensaje misterios, un encuentro casual con un joven converso, Piet Reydon, cambiará su destino para siempre. Porque Piet tiene una peligrosa misión, y necesita la ayuda de Minou si quiere salir vivo de La Cité.
Tolouse. Mientras la fractura entre religiones se hace cada día más profunda en todo el Midi, Minou y Piet se verán atrapados en la ciudad medieval enfrentándose a infinidad de peligros, mientras las tensiones bullen por toda la ciudad, las líneas de batalla se tiñen de sangre y las conspiraciones y los enemigos inesperados están a la orden del día.
Al mismo tiempo, en un enclave mágico a la falda de los Pirineos, la misteriosa señora del Castillo de Puivert, espera el momento oportuno para atacar.
Una apasionante historia de amor, traición, celos, misterios y secretos; de guerra y aventura, conspiraciones y lealtades divididas.
Un extraordinadio marco histórico
Las guerras de religión de Francia fueron una serie de ocho contiendas civiles que comenzaron el 1 de marzo de 1562 con la matanza en Vassy de hugonotes desarmados a manos de las fuerzas católicas del duque de Guisa. Terminaron el 13 de abril de 1598 con la firma del Edicto de Nantes por parte del rey protestante, convertido al catolicismo, Enrique IV.
El episodio más notorio de las guerras fue la matanza de San Bartolomé en París, la noche del 23 al 24 de agosto de 1572, pero hubo muchos sucesos similares en ciudades y pueblos de toda Francia, antes y después de esa fecha. Los protestantes franceses, conocidos como hugonotes, nunca fueron más de una décima parte de la población y, aún así, ejercieron una influencia notable. Tras las guerras, una diáspora los llevó, como valiosos refugiados conocedores de muchos oficios, a Holanda, Alemania, Inglaterra, Canadá y Sudáfrica, donde empieza la novela.
Comentarios
Publicar un comentario